La caléndula, una planta con usos medicinales que se remontan a la Antigua Grecia, es conocida por su capacidad para florecer en cualquier época del año. Esta flor de colores anaranjados ofrece diversos beneficios gracias a sus principios activos, como los triterpenos y el ácido acetilsalicílico.
En términos de belleza y salud, la caléndula se utiliza tanto fresca como después de secarse, conservando sus propiedades por más de un año. Sus aplicaciones ornamentales, alimenticias y medicinales provienen de sus propiedades antiinflamatorias, especialmente útiles para reducir dolencias.
Capacidad cicatrizante: Gracias a sus carotenos y flavonoides, fortalece la piel, aumenta la producción de colágeno y se utiliza en cremas para quemaduras y grietas en manos y pies.
Poder antiséptico, antibacteriano y fungicida: Su capacidad para reducir la proliferación de hongos y bacterias la hace ideal para tratar heridas y problemas cutáneos.
Capacidad antiinflamatoria: Se utiliza en la cura de infecciones bucofaríngeas y para aliviar la inflamación gingival y faringitis.
Uso cosmético: Es común en productos para bebés debido a su suavidad, manteniendo la salud e hidratación de la piel, especialmente en la zona del pañal.
Problemas digestivos y menstruales: Ayuda a reducir espasmos menstruales y problemas digestivos como indigestión y vómitos.
Cuidado ocular: Aplicada en forma de infusión, contribuye a combatir la fatiga ocular y prevenir el ojo rojo.
La caléndula se encuentra en diversos productos en el mercado, como la línea para bebés de Weleda, que incluye desde crema para el pañal hasta leche corporal. Otras marcas como Apivita ofrecen productos naturales y libres de sustancias irritantes, como jabones en pastilla. Además, productos como el aceite cicatrizante de Bio Oil y la crema de masaje para deportistas de Kyrocream aprovechan los beneficios de la caléndula para abordar problemas de la piel y aliviar dolores musculares.
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